El tenis, es un deporte, cuya lógica interna acentúa la importancia de uno de los indicadores clave en el desarrollo de cualquier competencia, la autoconfianza. Sus características de deporte individual, la competición en duelo, la complejidad biomecánica de sus acciones y la velocidad que requiere en la toma de decisiones hacen que muchas veces el rendimiento óptimo sea una cuestión de confiar en uno mismo.
La falta de confianza se suele traducir en un exceso de tensión muscular que dificulta el ciclo relajación-tensión de los movimientos y imposibilita el fluir de la técnica y su repercusión táctica. Es habitual incluso que la pérdida de confianza en una acción concreta, infecte la globalidad del juego y su identidad como tenista. Se me ocurre el ejemplo de Guillermo Coria, después de ser número 3 ATP y finalista en Roland Garros se perdió en el ranking y peleaba por ganar partidos incluso en challengers, según se dice todo empezó por una pérdida de confianza en su saque.
Por otro lado, cuando un jugador tiene la confianza óptima, la sensación de fluir repercute en la identidad del tenística de manera global, llevándolo a un estado de motivación y concentración ideal en el que todo sale sin esfuerzo. ¿De qué depende entonces este estado mental? ¿Se trata de una musa que viene y va, o por el contrario depende de uno y se puede entrenar?
Pues aunque no sea nada fácil, efectivamente se puede entrenar y controlar.
La confianza óptima se consigue en primer lugar con preparación y compromiso. Si me siento preparado en los entrenamientos confiare en mis recursos cuando compita. El compromiso personal hacia los objetivos también determinarán un estilo de vida y una integridad en todo lo que hagas (entorno, alimentación, descanso, pensamientos) que marcarán la diferencia en las creencias que tenemos sobre nuestros propios recursos, ya que se compite como se vive.
Otro factor determinante es la lectura de los errores; el tenis es un deporte de errores donde se hacen más errores (forzados y no forzados) que golpes ganadores. El jugador que interpreta los errores como algo personal verá su confianza afectada, por ejemplo tras fallar dos reveses seguidos piensa "que malo soy de revés, no puedo meterla". El jugador que es capaz de no personalizar el error, se enfocará en los recursos que le permitan jugar mejor la siguiente bola "el siguiente revés jugare con más margen y más atención, se que puedo hacerlo" .
Así queda visto, que aunque no sea tarea fácil, existen maneras de potenciar la propia confianza. Los psicólogos deportivos enfocan gran parte de su trabajo en la percepción de la autoeficacia y la autoconfianza, basándose en el control de los propios pensamientos. El pensamiento que tengo genera una emoción concreta y dicha emoción influye directamente en la acción siguiente, en este proceso esta la clave.
Tal vez, la gran exigencia del tenis en estos aspectos sea una de las cosas que lo hagan un deporte tan atractivo y complejo, y refleje aprendizajes y habilidades aplicables a la vida no deportiva.
Miqui Moreno
@miquimoreno
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